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Escultura del Pórtico de la Gloria. Foto: J. L. Cernadas Iglesias.

La escultura del arte románico

El arte románico surge en el s. XI de manera simultánea en varias regiones de Europa. Es por esto por lo que se le considera como el primer arte internacional. Debe su expansión al asentamiento del Camino de Santiago como ruta de peregrinación y a la riqueza económica que fomentó.

El románico es un arte que surge al servicio de la religión. Los monumentos arquitectónicos que más destacan de esta época son las iglesias, catedrales y monasterios. Sin embargo, dentro y fuera de ellos, la gran protagonista es la escultura.

Las figuras del románico cumplen con una función decorativa, servían para embellecer el interior de las construcciones. Pero también surgen con una funcionalidad didáctica y pedagógica. Las esculturas de este arte convertían el interior de los templos en una Biblia ilustrada. Servían para transmitir a los fieles los fundamentos del cristianismo.

Se pueden encontrar algunos ejemplos en los capiteles de lugares privilegiados como criptas, el coro o alrededor del deambulatorio. Sin embargo, la escultura románica alcanzó su máximo esplendor en la fachada de los templos. Los programas iconográficos marcaban un punto de transición entre el mundo terrenal y el espiritual.

La escultura de esta época se dedicaba a mostrar la forma en que el cristianismo entendía el mundo. Además, solían inducir a la penitencia a todas aquellas personas que querían entrar en la casa de Dios.

La primera escultura del románico

Durante el s. XI, se encuentran escasos ejemplos de escultura románica en la Península Ibérica. En su primera etapa la decoración se centraba en la composición de los muros exteriores a través de elementos ornamentales como las lesenas y arcos ciegos.

Sin embargo, durante el último tercio de siglo, empiezan a incorporarse algunos programas escultóricos en fachadas y claustros. La Catedral de Jaca, la de San Isidoro de León o la Catedral de Santiago ejemplifican la aparición de esta primera escultura.

Tímpano de la fachada de la Catedral de Jaca

Tímpano de la fachada de la Catedral de Jaca.

A partir de este momento empieza a reconocerse el trabajo de los grandes maestros que firman sus propios programas iconográficos. Es el caso del Maestro de Jaca al que se le atribuye la decoración escultórica de la Catedral de Jaca y otros monumentos como la Iglesia de San Martín de Tours en Palencia.

La escultura del s. XII

La escultura del arte románico alcanzó su máximo desarrollo durante el s. XII. A partir de este momento, la escultura monumental cobra protagonismo en todos los templos de los distintos reinos cristianos. La escultura se traslada del interior al exterior de las iglesias.

Además, el crecimiento económico promovió que nobles y reyes empezaran a encargar sarcófagos decorados con motivos monumentales. Cabe destacar el de Doña Sancha en el Real Monasterio de las Benedictinas de Jaca.

Sarcófago de doña Sancha

Sarcófago de doña Sancha.

Sin embargo, los grandes ejemplos de la escultura del románico se encuentran en Santiago de Compostela. A principios del s. XII llegan a la ciudad nuevos maestros que van a trabajar en la catedral románica.

La fachada de las Platerías debe su forma a la intervención de diversos maestros. Sin embargo, fuentes documentales destacan la labor del maestro Esteban. Actualmente, esta acoge fragmentos decorativos de otras portadas desaparecidas, pero su temática se centra en la Pasión y las tentaciones.

El elaborado estilo de esta fachada se expandió por todo el norte peninsular a través de la Ruta Jacobea, inspirando otros trabajos, como el de la Catedral románica de Pamplona, ya desaparecida.

Pero la obra que es considerada como la joya del románico de Santiago es el Pórtico de la Gloria. Actualmente se encuentra oculto por la fachada del Obradoiro. Es una obra del reconocido Maestro Mateo y data del año 1188.

Este conjunto escultórico se compone de tres arcos que albergan más de 200 figuras de granito. Son muchas las interpretaciones que se dan de esta portada, pero de lo que no hay duda es del carácter didáctico de sus esculturas. Los peregrinos que acuden a la Catedral encuentran en él el sentido del Camino de Santiago y de su propia vida.

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