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El apóstol Santiago. Obra de Guido Reni

Los orígenes de Santiago como apóstol de Cristo

El Camino de Santiago, como su propio nombre indica, es la ruta que nos lleva, desde allí donde estemos o comencemos la ruta, hasta el sepulcro del apóstol Santiago, uno de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret.

Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, cambió la vida de este joven pescador que trabajaba, junto a su hermano, Juan, en la empresa de su padre, Zebedeo. Y, como bien sabemos, no sólo les cambió la vida a ellos, sino al conjunto de la humanidad. Hasta el punto de que gran parte del mundo mide el tiempo entre los años que acontecieron antes de Cristo y después de Cristo.

La familia del apóstol Santiago

Para conocer mejor los orígenes del Camino, para vivir su dimensión espiritual, se hace imprescindible profundizar un poco más en la figura del apóstol Santiago.

Ya hemos dicho que procede de una familia de pescadores, que su padre se llamaba Zebedeo y su hermano es Juan el Evangelista. ¿Y su madre? Pues se llamó María Salomé y fue una de las mujeres que siguieron a Jesús hasta el pie de la Cruz, como nos revelan los Evangelios. Casi nada. Sin duda el Apóstol hace bueno el dicho: detrás de un gran hombre hay una gran mujer.

¿Y la condición social? De esto no sabemos mucho, más allá de que su padre era propietario de unas cuantas barcas de pesca. Sin embargo, los relatos evangélicos nos advierten de que Juan era conocido por la clase sacerdotal. Esto indica que tampoco eran unos don nadie, en una época en la que el Sumo Sacerdote era una figura notable.

Por tanto, con una familia religiosa, casi seguro podemos afirmar que Santiago fue un hombre religioso desde pequeño. Y por eso, porque conocía las Escrituras, reconoció en Jesús al Mesías que tanto ansiaba buena parte del judaísmo de la época.

Su hermano Juan era discípulo de Juan el Bautista, ese personaje misterioso cuyas hazañas nos cuentan los primeros capítulos de los Evangelios. Fue dicho profeta quien le señaló a Jesús de Nazaret y, casi seguro, Juan hizo lo propio con Santiago. ¿Quién no compartiría algo así con su hermano?

Santiago el Mayor en oración. Obra de Rembrandt

Santiago el Mayor en oración. Obra de Rembrandt.

“Sígueme”

Llegamos así al episodio de la famosa pesca milagrosa en la que nuestro apóstol escuchó aquel «Sígueme» de labios de Cristo que le cambiaría la vida. Con profundo estupor, quedó impactado por el Maestro, de quien tanto debió haber oído hablar, y no dudó. Dejó a su padre, Zebedeo, y fue tras Él.

Pronto llegarían los éxitos de masas de su Maestro, no exentos de algún que otro fracaso. En cualquier caso, se iban añadiendo más y más personas que seguían a Jesús, pero Santiago seguía estando entre el círculo más cercano del Señor. ¡Qué gran honor!

Tanto es así que fue el elegido para ver in situ algunos de los milagros más impactantes de Jesucristo, como la resurrección de Lázaro o la Transfiguración. Eso sí, a veces, su vehemencia le pasaba malas jugadas. Como cuando él y su hermano sugirieron a Jesús tomarse la justicia por su mano y «bajar fuego del Cielo» contra quienes no acogían el mensaje.

Destacado es ese otro pasaje en el que ambos hermanos (o su madre, depende del Evangelio que se lea) piden a Cristo ocupar los lugares destacados en el Reino que Éste iba a traer. Pero el Señor, con paciencia, iba moderando el carácter de Santiago, y no permitía tales excesos. Sin embargo, ellos eran tenaces: ¡podremos dar la vida por ti, Jesús!

Pero las cosas se pusieron serias… muy serias. Y lo cierto es que, tras ser otra vez de los elegidos para estar junto al Señor en el momento crítico de Getsemaní, huyó tras el prendimiento de aquel por quien había quasijurado dar la vida. De él no se sabe nada más hasta la resurrección, en la que aparece junto a los otros diez apóstoles y María.

Más adelante, existe un vacío evangélico hasta su muerte que aconteció en torno al año 44, estuvo predicando en Jerusalén, al menos, hasta el año 36-37. ¿Y ese vacío? Ahí es donde encontraremos la predicación en España, conocida por fuentes extrabíblicas en las que iremos profundizando.

Todo ello para conocer una figura clave en la historia de España, de Europa y, claro está, de todos aquellos que alguna o varias veces hemos cogido la mochila y nos hemos puesto en Camino. ¡Ultreia et Suseia!

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