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Picaduras y mordeduras de animales marinos

Es frecuente que los peregrinos, después de su largo caminar hasta la tumba del Apóstol en Santiago de Compostela, disfruten de un merecido descanso en las costas gallegas. Pero en la mar, igual que en tierra, se encuentra todo un mundo de animales marinos que se debe tener presente y que, en ocasiones, puede causar algún que otro trastorno de salud.

Rayas y fanecas

Las picaduras de rayas y fanecas son muy frecuentes en las costas bañadas por el Océano Atlántico, sobre todo cuando baja la marea y se pasea descalzo dentro del agua, por la orilla. El veneno de las picaduras de estos animales se inocula normalmente en la planta del pie, cuando se pisa una o varias púas de estos peces.

La picadura causa un dolor intenso e inmediato que puede limitarse a la zona que rodea la picadura, o extenderse rápidamente. En menos de 90 minutos alcanza su máxima intensidad. Si no se aplica ningún tratamiento, el dolor continúa en un período de tiempo de 6 a 48 horas, aunque disminuyendo progresivamente.

Es frecuente que la persona sufra mareos, debilidad, náuseas y ansiedad. Con menos frecuencia, se produce inflamación y dolor en los ganglios linfáticos, vómitos, diarrea, sudación, calambres generalizados, dolor en la axila o la ingle y dificultades respiratorias.

En general, la herida que produce la púa es irregular y sangra abundantemente. Es importante cerciorarse si en la herida quedan fragmentos del revestimiento de la púa, lo cual incrementa el riesgo de infección. Es habitual que la zona que rodea la lesión esté hinchada.

La extremidad lesionada debería permanecer inmersa en agua a la máxima temperatura que se pueda tolerar, entre 30 y 90 minutos. Si estas medidas se demoran, el dolor puede llegar a ser muy intenso. En este caso el médico puede anestesiar localmente la lesión y administrar analgésicos.

Los erizos de mar

El veneno de las picaduras del erizo de mar rara vez daña a las personas. Sus púas lesionan la piel causando daños e inflamación en los tejidos. Si no se extraen, las púas profundizan más, causando inflamación crónica o quedan enquistadas en un hueso o en un nervio.

Estas picaduras pueden producir dolor muscular y articular, además de erupciones cutáneas. Las púas de los erizos de mar deben de ser extraídas de inmediato. La superficie cutánea de color azulada en el punto en que ha penetrado la púa puede ayudar a localizarla.

El vinagre disuelve la mayoría de las púas de los erizos de mar. La zona que rodea la herida debe lavarse con cuidado y se tiene que aplicar un ungüento que combine antihistamínicos, analgésicos y un corticosteroide.

Anémonas, medusas y carabelas

Los celenterados como las anémonas marinas, las medusas y las llamadas carabelas portuguesas producen picaduras con aguijones que pueden atravesar la piel. Cada uno de sus tentáculos posee miles de pinchos que se disparan sobre la piel.

Su picadura produce una pequeña erupción rodeada de un área rojiza. El dolor puede ser intenso y es habitual que la persona sienta picor. La erupción puede convertirse en ampollas que se llenan de pus y se rompen.

Otros síntomas son debilidad, náuseas, dolor de cabeza, dolor y espasmos musculares, congestión de los ojos y la nariz, sudación profusa, cambios en el ritmo cardíaco y dolor en el pecho, que puede empeorar al respirar. Las picaduras de las carabelas portuguesas han causado la muerte de algunas personas.

Las picaduras de los celenterados necesitan de una buena limpieza de la zona. También se le puede aplicar amoníaco o vinagre. Pero el tratamiento habitual es el siguiente:

  1. Colocar agua de mar sobre la herida.
  2. Eliminar los tentáculos con una pinza esterilizada.
  3. Empapar el área lesionada con una solución de agua y vinagre a partes iguales durante treinta minutos.
  4. Espolvorear harina o bicarbonato sódico sobre la herida y luego rasparlo cuidadosamente con un cuchillo afilado previamente esterilizado.
  5. Empapar nuevamente la zona con vinagre.
  6. Aplicar un ungüento que combine antihistamínicos, analgésicos y corticosteroides.

Las reacciones más graves pueden necesitar terapia con oxígeno u otro medio de asistencia respiratoria. Los intensos espasmos musculares y el dolor se tratan con medicamentos administrados por vía intravenosa en un centro sanitario.

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